-Escrito por Mighty Jones-
Aunque los relatos oficiales y oficiosos prediquen con que fue la Independencia de Jamaica en 1962 el principal detonante de la migración antillana a la pérfida Albión, bien es cierto que ya desde principios de la década de los ’50 Reino Unido reclamó mano de obra a países caribeños bajo su dominio.
Un reino, arrasado tras la IIGM, necesitado de pronta recuperación en su camino a resituarse como centro neurálgico europeo -y mundial, por qué no- a golpe de colonialismo y pseudoexplotación de su clase obrera, sobre todo forastera. Aparte del ilustre HMT Empire Windrush (muy referencial en el asunto de la llegada de población jamaicana), otros tantos buques dieron con suelo británico durante esos años. Uno de ellos sería el Manistee, transporte transatlántico oficial de nuestro protagonista: Sonny Roberts.
Clinton Earl “Sonny” Roberts, nacido en Manchester (una de las catorce parroquias que conforman Jamaica) allá por 1932, llega en situación irregular en 1958 para ganarse la vida ejerciendo su oficio, el de carpintero. Comienza con apaños en tiendas de muebles y para escenografías teatrales por cuatro duros mal pagados, salario base de dichos jóvenes desposeídos. Para más inri, Sonny no estaba sólo, Monica (su mujer) y sus tres hijos (Jackie, Andrett y Cleon) se sumaban a los gastos retirados de ese miserable sueldo.
Por suerte, el núcleo jamaicano, en especial en esos primeros años, estaba muy unido en el frío Londres y el apoyo mutuo era un rasgo visible en tal comunidad. Estamos hablando de los primeros pasos del arraigo cultural antillano en UK, y no hay algo más personal en este proceso que su música, su propia cultura oral. Hablamos de fiestas en patios traseros, de Red Stripe de contrabando y charletas para recordar el divino calor pegajoso de su tierra natal. Hablamos de la cultura del sound system como transmisora de dichos ritmos y… ¿de que se componía la estructura de esos monstruos del sonido? Efectivamente, un Sonny ya curtido en mil apaños, era el perfecto ‘worker wood’ para esta enmienda.
Tras cooperar con varios ‘soundmen’, Sonny se paró a echar cuentas: con estos arreglos ganaba más que en la fábrica, pero si construía el suyo propio y aprovechaba el tirón de estas fiestas, ganaría en una sola noche el acumulado en una semana de taller. Y Ahí que se lanzó: Lavender sería el apodo de su ‘cuarto hijo’. ¿Y por qué conformarse con esto? Dios y ayuda -y los cuartos de varios colegas- necesitó Sonny para, en 1961, obtener su independencia musical un año antes que su propia tierra natal.
Nacía de esta forma el estudio de grabación Planetone Records, un sótano en el 108 de Cambridge Road (Kilburn, Londres) compuesto por dos habitaciones: una recubierta con hueveras donde grababa a una sola pista y la otra, una especie de laboratorio rudimentario donde fabricaba sus propios másteres. Porque esto último fue su distintivo: dejó de importar los másteres de Jamaica y decidió producir a artistas jamaicanos residentes en Londres. Copias que suministraba a los sounds de la zona, los cuales, dado su aliciente exclusivo, veían con muy buenos ojos. Dando el paso natural, Sonny ejecuta Planetone como sello propio y se aventura con artistas del calibre de Mike Elliot (saxo en The Foundations) y su colega, un joven Rico Rodríguez que ya por entonces demostraba sus habilidades al trombón.
Colidante con su estudio, una oficina disponible para alquilar y, ¿saben quién lo hico? Chris Blackwell, el cual conocía de vista a Sonny y poco tardaron en hacer migas al compartir gustos musicales y pasión por su trabajo. ¿Quieren otra coincidencia? Ese mismo edificio pertenecía a un tal Leichman ‘Lee’ Goptal, uno de los fundadores años más tarde del icónico Trojan Records.
Por allí pasaban multitud de artistas del momento -sobre todo antillanos- y Planetone gozó de una breve pero intensa existencia hasta su cierre a finales de los sesenta. Sonny, incansable en sus empresas, abriría una década más tarde Orbitone Records, lugar de encuentro para los amantes de la música negra y caribeña, y la primera tienda propiedad de un negro en Inglaterra. Un tipo al que las etiquetas del ‘black power’ y el ‘working class’ se le quedaron cortas. Sonny Roberts, un alegre emprendedor en tal gris y decadente Reino Unido.
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