


Dr. Morales / Dr. In Dub
Dr. in Dub es el primer álbum de Doctor Morales. Está compuesto por 8 canciones de roots, dub, y psicodelia. Secciones de viento, sonido Hammond, poesía… un trabajo donde se revive y homenajea el “Bass Culture” jamaicano de los años 70, unido a una fuerte conciencia animalista y medioambiental.
Grabado en “Poseidonians Studio” y “Lunática Records” por “Primo la Paz”.
Una mezcla de Héctor Salcedo.
En el aspecto técnico, “Dharta Beats” ha trabajado como ingeniero de sonido.
Masterizado por Xavi Lek.
Ya disponible en todas las plataformas digitales y también en formato vinilo, un 7” que recoge “Roof Woof Dub” y “Doomed in February Dub”, con las voces de “Mr. Watty” y “Uncle Pola”.
Producido por Black Playmakers
Una composición de Dr. Morales
Batería y percusión: Ricardo “Kako” Zan
Guitarra, bajo, teclados, trombón y melódica: Dr. Morales
Trompeta: Diego “Mr. Benito” Fernández
Voces: “Mr Watty”, “Uncle Pola”, David Galán “Redry” y Natacha Monteiro
Dr. Morales.
Dr. In Dub

SkaMag #3
Ya está en pre-venta el tercer número de SkaMag. No te pierdas este esencial magazine, dedicado a los oldies jamaiquinos.
En portada vemos a Phyllis Dillon junto artículos de: Judy Mowatt, 007, Bredda Jamaican Music Club, Dennis Bovell, Bomb Bass HI-Fi, Blues Buster… entre otras muchas cosas más.
El magazine anuncia que empezará a mandar las primeras copias el Lunes 30 de Mayo, tienes toda la semana para entrar en los envíos…
Además si crees y te gusta este proyecto, puedes apoyarlo comprando una camiseta exclusiva y de edición limitada, que puedes adquirir en su web .
SkaMag Web

Derrick Harriott
En el 63 o el 64, llegaba mucha música Soul estadounidense a Jamaica. Tenía tanto éxito entre el público que la gente de los sound systems competía por ella igual que había pasado con el R&B. Y no sólo eran los sound systems, también los grupos, como yo con los Mighty Vikings, teníamos que estar al día (..) >>. Me doy el gustazo de cederle la introducción del artículo de hoy a nuestro protagonista, Derrick Harriott.
Esta nueva música Soul, como los discos de Motown, tuvo un impacto increíble en Jamaica, no solo porque sonaran discos en la radio, sino porque también había artistas que venían de gira (..)>>. El conjunto más influyente y que más veces visitó la capital, fueron The Impressions; cuyas canciones fueron pasto de potentísimas versiones en el repertorio rocksteady: ‘Queen Majesty’ y ‘You dont´Care’ de los esenciales, The Tecniques —estas dos adaptaciones tenían el título cambiado de la original— o el legendario, ‘Gypsy Woman’, por los también clásicos, The Uniques. La sombra de Curtis Mayfield y compañía fue alargada en la música jamaicana…
Pero esa explosión de la que habla Derrick —de nueva escuela, no R&B—, no duró mucho y apenas se recuerda; sí, que fue importante para crear un puente entre el Ska y el Rocksteady.
Desde el principio de su carrera, Harriott, defendió un estilo cautivador y sofisticado que se inspiraba directamente en la música negra que estaba en plena ebullición en USA y que, con la combinación de Doo-wop, R&B, Soul y el sonido de la isla dio lugar a, sin duda, las grabaciones más auténticas y populares jamás grabadas en Jamaica.
Voy a poneros en antecedentes…
Derrick Clinton Harriott nace en Kingston el 6 de febrero de 1939. Desde pequeño muestra especial interés por todo lo que tiene que ver con la música; forma con sus compañeros de clase de la Excelsior High School, el cuarteto, Harmonisiers a los que sigue, con su colega de andanzas, Claude Sang Jr, el dúo, Sang & Harriott. Actúan en varios conjuntos de talentos al mismo tiempo que aprovechan sus ratos de ocio para practicar armonías vocales. Tras su victoriosa actuación en el famoso, Opportunity Hour, de Vere Johns, y con sus ahorros, graban una demo en el estudio de Stanley Motta. La canción es, ‘Lollipop Girl’.
Al poco tiempo, una copia de la canción llega al Thunderbird Disco sound system, alcanzando gran popularidad que hace que una de esas grabaciones caiga en manos de los capos, Coxson Dodd y Duke Reid —estos dos nombres merecen casi un libro aparte, pero bueno, todo se andará—. Lo que podía ser el comienzo de una carrera espectacular para los dos amigos, se va al traste cuando Sang acepta un trabajo en Barbados y deja Jamaica.
Pero, para nuestro protagonista, esto no supone ningún revés, forma el grupo, Jiving Juniors, junto con un hermano de Sang y dos cantantes locales; recién formado comienzan ya a impresionar en talent shows y atraen el interés de las primeras discográficas de la isla.
Aunque parece que el éxito está asegurado, Harriott, hombre de “culo inquieto”, decide mudarse a NYC con lo que cualquier proyecto de contrato discográfico, queda en el limbo. En la Gran Manzana, vuelve a contactar con su colega, Claude Sang, y dos jamaicanos exiliados y da forma a una versión de los Jiving.
A finales de 1959, reciben una llamada del productor, Duke Reid, para grabar una nueva adaptación de “Lollipop Girl” y regresan a la tierra madre. Cuando sale a la venta el single, grabado en Federal Records, se convierte en favorito en los principales sound systems.
Es el primero de una ristra de hits que atraen también la atención del otro gran productor del momento, Coxson Dodd que les ofrece mejores condiciones; con él, graban otro puñado de fabulosas composiciones, entre las que destaca por méritos propios, ‘Over the River’, 1961.
Pese a todo esto, el beneficio económico es insignificante y deciden en ese mismo año, su regreso a New York donde comienzan a financiar sus propias grabaciones, en los aclamados estudios, Mirasound de la ciudad. De esas sesiones, salen, la maravillosa, ‘Sugar Dandy’ y ‘Andrea’ que convierten a Jiving Juniors en uno de los principales grupos de Jamaica y convierten a Harriott en el primer cantante en dejar huella como músico independiente.
Otra vez alentado por el éxito de sus trabajos en la isla, decide volver otra vez en 1962, pero lo hace solo ya que sus compañeros no se quieren mover de la ciudad con lo que Derrick deshace el grupo.
Ya en Jamaica, inicia su carrera en solitario con temas para la eternidad del tallaje de ‘I Care’, ‘What can I Do’ o ‘The Jerk’, recopilados en el primer álbum del artista, ‘The Best of Derrick Harriott’.
Además de sus trabajos en estudio, actúa con las principales bandas jamaicanas por toda la isla, perfeccionando su imponente carisma escénico. Estos años resultan ser una esplendorosa época para el cantante y futuro productor aunque lo mejor está por llegar con la aparición del Rocksteady que le convierten en una de las figuras legendarias independientes más importantes de Jamaica.
Como su inabarcable interés musical, no conoce límites, abre su primera tienda de discos en el 125 de King Street; allí hace un seguimiento de los gustos musicales de los compradores de discos. Aparte, sigue sumando puntos en su carrera musical al acompañar a los fantásticos, The Mighty Vikings.
Nos situamos ahora en 1967, el Rocksteady está en pleno apogeo y Derrick quiere engrandecer esta fabulosa época produciendo tanto a grupos y solistas —Keith & Tex, Lloyd & Glen y Rudy Mills—, como llenando de gloria el cancionero jamaicano con sus composiciones: ‘The Loser’, sin duda una de sus cumbres creativas, ‘Solomon’ o su ardiente cover del oscuro tema de los Tams, ‘You Might as well Forget Him’.
En al año siguiente, continúa la batería de triunfos para nuestro hombre: ‘Do I Worry’, ‘Tang’, ‘Standing In’; además sus producciones para el básico, Rudy Mills, y su leyenda, ‘John Jones’ o el tremendo, ‘Sufferer’ para los Kingstonians. Mientras varios productores intentan adaptarse al estilo imperante en la isla —Early Reggae que en su adopción británica pasó a denominarse, Skinhead Reggae—, Harriott, demuestra su savoir faire y comprensión de la música en todo proyecto en el que se ve involucrado.
Van pasando los meses y el legado de Harriott se va convirtiendo en indiscutible con varios singles, el álbum, ‘The Sensational Derrick Harriott Sings Jamaica Reggae’o ‘Rudy Mills Reggae Hits’ que son lanzado en Gran Bretaña en el sello, Pama.
Tengo que añadir que a su éxito como creador de música independiente, hay que sumar el modesto, pero elegido catálogo de artistas que le acompañaban, tanto para las producciones como a los que representaba.
A finales de la década, deja de cantar con Mighty Vikings, debido a que entre tocar en vivo, administrar su nueva tienda de discos, One Stop Record Village, lanzar su discográfica, Musical Chariot, y otras cuestiones, tiene que racionar su tiempo.
Ya más libre para dedicarse al estudio, continúa con más éxito durante todo la década de 1970. A sus recordados trabajos con Crystalites, Kingstonians, Ethiopians —memorable su álbum, ‘Freedom Train’—, el DJ convertido en cantante, DJ David Scott, sigue copando las listas con el deslumbrante, ‘Psychedelic Train’ y alucinantes covers del glorioso, ‘Message for a Black Man’, de Temptations o el “Ningún Hombre es una Isla”, de su compatriota, Dennis Brown. Comentaros que Psychedelic fue lanzado en Reino Unido por Trojan Records, convirtiéndose en uno de los discos más vendidos de 1970.
En 1971, la revista, Swing, le nombra, mejor productor de 1970.
Van avanzando los años y el talento descomunal de Harriott sigue regalando a la música joyas como los álbumes, ‘Schooldays’ de Scotty, ‘Super Reggae & Soul Hits’, del gran, Dennis Brown, ‘Hit after Hit’ de los imprescindibles, Chosen Few u otro de los hitos de su ya abultada discografía, ’14 Chartbuster Hits’. Su presencia, por tanto, en las listas de Reggae de Jamaica y Gran Bretaña, es prácticamente omnipresente.
Y continúa innovando, tanto en sus producciones, como en sus composiciones propias; además es el primero en contar con el maestro pionero del Dub, King Tubby, remezclando su mejor trabajo, ‘Scrub a Dub’, uno de los primeros discos de dicho estilo de la historia.
Fiel a sus raíces y concorde al tiempo que le tocaba vivir, siguió con un estilo de reggae más acorde con sus inicios que con la moda imperante y más radical, el Roots; seguramente, en otra figura del movimiento esta decisión le hubiera pasado factura, pero Derrick, era Derrick, y su suma de triunfos, siguió incrementándose: el hipnótico y cautivador,‘Brown Baby’, ‘Some Guys have all the Luck’, ‘Dancing the Reggae’, el maravilloso, ‘Fly Robin Fly’, que poco después elevó a la cima el trío, Silver Convention, y muchos más que formaron partes de las excelentes recopilaciones, ‘Greatest Reggae Hits’ y ‘Reggae Disco Rockers’.
Durante los años finales de la década, permanece a la vanguardia musical tanto con sus protegidos, Winston McAnuff, Ray I, Sly & The Revolutionaries o la inmensa brillantez de su sobrina, Kim Harriott, como, por supuesto, con su producción propia: ‘Roamer’, puro Deep Soul, ‘Born to Love You’ o ‘Soul Sister’.

Y en los 80, no creáis que el nivel alcanzado hasta ahora baja un ápice, todo lo contrario, se va adaptando a las nueva tecnologías de grabación digital y lanza una serie de canciones que engrandecen, más si se puede a estas alturas, su imponente legado: ‘Skin to Skin’, en 1985, ‘Checking Out’, y tres años más tarde, su mágico dúo con Yellowman, un épico tema sobre el huracán Gilbert, ‘Starting all Over Again’.
A mediados de los 90, cree que ha llegado un merecido tiempo de descanso y deja la música para centrarse en su tienda de discos de Kingston, One Stop, abierta en 1973. Pese a esto, continúa lanzando álbumes en solitario del calibre de ‘For a Fistful of Dollars’, el incomensurable, ‘Riding the Roots’ o ‘Derrick Harriott & Giants’.
En julio de 2002 actúa, durante dos noches, en el festival, celebrado en Toronto, Canadá. Legends of Ska, junto a Skatalites, Prince Buster, Lord Creator u otro nombre de leyenda, Derrick Morgan. Huelga decir que su presencia fue antológica.
Derrick, continúa actuando de vez en cuando, tanto en festivales, como en solitario, colaborando y produciendo a leyendas de la isla y grupos nuevos y, cómo no, regentando su tienda de discos.

Keep the Soul Alive Soul System.
Zepi Soul Bonham

Al uno, por favor
Era el verano de 2006, hacía dos meses que había dejado atrás los 15. Esa tarde había quedado con los míos en la plaza del barrio, lugar que en la segunda década de 1900 había sido el campo del equipo de nuestra ciudad, el Hércules. Muchos de los que allí nos veíamos, poco tiempo después nos convertiríamos en fieles compañeros de grada. Allí nos encontrábamos cada tarde de ese caluroso verano aquellos que no encajábamos en la dictadura del chándal blanco, las TN y el pelo cenicero que imperaba en nuestro entorno. La mayoría jevis liderados por el Maiden —un liante ozoriano difícil de llevar y que a pesar de su juventud ya daba bisos del metalpaco derechoso en que se convertiría no mucho después—, algún punki, mucho despistado y, por supuesto, Anna, una ramoniana de la que estaba rendidamente enamorado.
La noche anterior, sin poder dormir por culpa del afixiante calor alacantí, había tomado una deción drástica: estaba decidido a raparme de una vez la cabeza. Llevaba ya un tiempo fascinado por la cultura y la estética skin. Dos vías me llevaron a descubrir ese mundo que se abría ante mis ojos. Por un lado, tenía un grupo musical con gente del insti. Teníamos una incipiente pero firme conciencia social y escuchábamos punk de variado pelaje. Solo era cuestión de tiempo que The Clash llegaran a mis oídos y cambiaran mi vida para siempre. La influencia jamaicana del London calling me llevó a 2 tone, de ahí al ska clásico, al reggae… Por otro lado, yo hacía tiempo que me estaba buscando estéticamente. A parte del punk, me gustaban los grupos anglosajones de los 60, el britpop noventero, leía mucho sobre los mods, empezaba a escuchar tímiadamente algo de soul… Mi estética en ese momento ya era casual, eso sí, muy obrera y barrial. De Fred Perrys nada, cualquier polo barato valía. ¿Parka? Nada de eso, una gabardina vieja de mi padre a la que había puesto un parche de The Who y a correr. Al menos había heredado una todavía reluciente bomber Alpha del Deivis, un bakalaero de buen corazón, diez años mayor que yo, que tenía por vecino. Esa prenda había sido testigo de los últimos estertores de la Ruta. Así que todos los caminos me llevaban al skinjerismo. Pero no era una decisión fácil. Todos sabemos por qué. Ya antes de adoptar del todo esta estética, había tenido discusiones con mi progenitor sobre ello. ¿Qué importa lo que un mocoso te explique frente a lo que la prensa llevaba años publicando? Los skinhead eran nazis y no se hable más. Pero ya estaba bien, mi pulsión era más fuerte y poco me tenía que importar lo que pensara el resto. Esa tarde antes de ver a los colegas me raparía la cabeza. En casa no teníamos máquina de afeitar así que no me quedó otra que visitar la peluquería del Nas, un golferas del barrio, fanático de los Kiss, que me llevaba cortando el pelo desde niño. Nunca olvidaré su cara de estupefación cuando le dije: “al uno, por favor”. Tampoco olvidaré la cara burlona que puso el Maiden cuando me vio llegar. Qué gesto le pondría que justo cuando abría su bocaza para hacer el primer chascarrillo optó por recoger cable. Eso sí, poco duró mi poder de persuasión. Esa tarde fui la comidilla del grupete, y con razón. Incluso pasó por nuestro lado uno de los bullies habituales del insti, pero esa vez, en lugar de un gesto de asco y algún exabrupto, al verme alzó su pezuña y dijo: “olé tus huevos”. Lo que me faltaba… Todo fueron risas a mi costa esa tarde. Bueno, todo no. Anna no me hizo ningún comentario. Cuando ya caía la noche y volvíamos a nuestras casas, siempre buscaba alguna innecesaria excusa para acompañarla hasta la suya y estar un rato a solas. Ella vivía cerca de las vías, al otro lado del barrio. Le agradecí que no me dijera nada sobre mi nuevo look. Ella abrió sus ojos, sorprendida cual personaje anime, y soltó: “anda, no me había fijado, ya decía yo que te notaba algo raro”. ¿En serio? ¿Tan poco se fijaba en mí que ni siquiera se había dado cuenta? ¿Algo que era tan trascendental para mí no era nada para ella? Afortunadamente, hoy todavía le recuerdo esa anécdota entre risas, pero en ese momento fue puerilmente traumático…
Cuando por fin llegué al portal de casa de los viejos, a pesar del olor a fracaso, y sabiendo la que me iba a caer encima en cuanto cruzara la puerta, sonreí al ver mi nuevo corte reflejado en el cristal.
Ya estaba hecho. Ya no habría marcha atrás.
Àngel DeCustodio

Blackpool Mecca
Mi primera toma de contacto con una de mis pasiones, el Northern Soul, fue en los primeros años 80, en plena eclosión del Movimiento Mod en Madrid. Creo recordar que sería el año 83, y aunque mis preferencias musicales iban por otros caminos —estaba en plena fiebre “jevilorra” de barrio—, solíamos acompañar algún “finde”, un par de colegas y yo, al Jardi, hermano mayor de uno de ellos y el primer Mod que apareció en mi vida, en sus incursiones por territorios modernos.
En esas nuevas experiencias cambié mis elásticos, mis camisetas negras y mis John Smith’s por los Levi’s, el polo Fred Perry y las dessert boots, comúnmente llamadas, “pisa cacas”. Frecuentábamos el ambiente “modernista” de la ciudad: el Rock-Ola, los “baretos” de Avenida de América y calle Cartagena, la Universal de Manuel Becerra, el Quadrophenia, alguna que otra concentración en Toledo o el Stones de Portazgo; aquí fue donde descubrí una canción —aparte de muchísimas más, por supuesto—, que encendió la llama “norteña” en mí: ‘The Snake’, del gran Al Wilson. En ese momento, dejé de lado las guitarras y los ritmos pesados para adentrarme en el Soul y en su derivado, ese movimiento musical y de baile llamado, Northern Soul. Descubrí a la Motown, el sello Stax, OKeh Records, a Otis, Cooke, Aretha, Temptations, mi adorado Marvin Gaye, el Twisted Wheel, el Wigan Casino —sí, ya sé que os suena de algo jejje—, y un nombre que siempre me impactó por su poderío fonético, Blackpool Mecca, el Mecca.
Al Wilson
The Snake
Tiempo después, mis horizontes cambiaron de aires musicales y dejé la etapa “soulera” para introducirme en el Acid-Rock, la Psicodelia, el Garage, el sonido que se fraguaba en los garitos de Malasaña…
Fueron pasando los años hasta que, en 2014, una película, que no me cansaré nunca de recomendar —sí, una vez más, Northern Soul de Ellain Constantine—, me revolvió otra vez por dentro y me lanzó, esta vez a tumba abierta, a los sonidos de los clubes del norte de Inglaterra. Así que me sumergí en documentales, artículos, libros, cientos de canciones y películas que desembocaron no en un río, sino en un viaje sonoro por la historia del Soul, mi podcast, Keep the Soul Alive, con especiales afluentes en el sonido del que os estoy hablando.
Y ese nombre que se me quedó grabado para siempre en la memoria, es el protagonista de hoy…Blackpool Mecca.
Viajo hasta la ciudad costera de Blackpool, en el condado de Lancashire, noroeste de Inglaterra, situada a orillas del Mar de Irlanda. En 1965 se inaugura un centro de ocio y entretenimiento cuyo nombre sí quiero acordarme, pero que, obviamente, no quiero repetir.
Con capacidad para unas 3500 personas, contaba con un escenario deslumbrante —por el que pasaron Miracles, Isaac Hayes y Edwin Starr—, con un quiosco de música giratorio, zona para juegos de azar, apuestas y máquinas recreativas e incluso un servicio gratuito de bus para recoger a los apostadores de la región y también a soulers —estaba a la vanguardia musical del momento—, dispuestos a aprovechar la noche del sábado. El enorme edifico se encontraba en una calle ancha a la que se dirigían multitudes de personas que parecían tener una cosa en común, disfrutar del recinto.
El Mecca, tenía un salón de baile más pequeño, con una pista de considerables dimensiones arropada por luces ultravioletas y potentes, muchas mesas y sillas para sentarse, y un sistema de sonido con una amplificación predominante de los bajos para atraer a los adictos al baile. Este lugar o venue era el Highland Room, su andadura arrancó en 1967. De 1971 a 1979, pasó a ser conocido también como Rare Soul Venue o Highland Room Rare Soul.
Con el Twisted Wheel ya cerrado, Highland comenzó a forjar su leyenda con una escena nueva y emocionante que crecía cada fin de semana. Y protagonistas absolutos de este cambio fueron sus DJ: Colin Curtis y el gurú del Northern Soul, el fabuloso, Ian Levine, éste debuta en otoño del 71 y pronto va adquiriendo su reputación como experto en programar discos raros.
La amplia acera delante del centro, era ocupada por multitud de jóvenes ansiosos de Soul del mismo Blackpool, Manchester o llegados en coche o en los autobuses que los recogían por el condado. A diferencia de otros clubes como el Wheel y, posteriormente, el Wigan Casino, aquí no se organizaban all-nighters, sino que las sesiones funcionaban desde las 8 de la tarde hasta la 2 de la madrugada aproximadamente. Cuando se abrió el Casino, muchos soulies viajaban hasta Wigan, cuando cerraba Highland, para seguir con la noche de baile, creando una especia de rivalidad entre los dos locales. Pero bueno, más adelante os comentaré algo sobre ello.
Varios singles clásicos de Northern Soul fueron estrenados en estos primeros años —finales de la década de los 60—, en el Mecca: ‘Landslide’ de Tony Clarke, el maravilloso himno, ‘Too Darn Soulful’ de otro grande, Morris Chesnut o ‘If that’s What you Wanted’, ejecutado por Frankie Beverly & The Butlers.
A pesar de que en estos primeros años, la música predominante en la pista era el Soul Norteamericano de los 60, a principios de los 70, el estilo cambió y se convirtió en un sonido mucho más contemporáneo y menos frenético que el predominante en el resto de los dancehalls del resto del país. Debido a este cambio de ritmo, se desarrolló una práctica distinta de baile, totalmente diferente al que se conocía, arrastrando los pies ligeramente. Y el “culpable” de esta nueva forma de entender el Northern, fue, sí, Ian Levine.
A pesar de que en estos primeros años, la música predominante en la pista era el Soul Norteamericano de los 60, a principios de los 70, el estilo cambió y se convirtió en un sonido mucho más contemporáneo y menos frenético que el predominante en el resto de los dancehalls del resto del país. Debido a este cambio de ritmo, se desarrolló una práctica distinta de baile, totalmente diferente al que se conocía, arrastrando los pies ligeramente. Y el “culpable” de esta nueva forma de entender el Northern, fue, sí, Ian Levine.
Nacido en 1953 en Blackpool, Levine es además de DJ, compositor y productor con ventas cercanas a los 40 millones de copias de sus creaciones. Comenzó a coleccionar discos de Motown a los 13 años, y a los 14 se obsesiona de tal manera que tiene que comprar cada referencia que sale con esa etiqueta en el Reino Unido; esto añadido a las compras que hacía en viejos almacenes de discos, en Miami y New Orleans —lugares de vacaciones familiares—, dieron lugar a una impresionante colección de Soul, R&B y Northern Soul; muchos de esos singles olvidados en cajas de cartón, se convirtieron en himnos de la escena como el híper éxito, ‘There´s a ghost in my house’, editado por Tamla Motown en 1966 y escrito por Holland, Dozier, Holland y el propio interprete, R. Dean Taylor.
R. Dean taylor
There’s a ghost in my house
Una anécdota de esas que tanto me gustan: en una tienda de bromas de Nueva Orleans, encuentra, cuando aproximadamente tenía 15 años, varios singles del sello Ric-Tic Records, entre ellos, San Remo Golden Strings y, sobre todo, JJ Barness, y recuerda,<< …puse ese disco de JJ Barness, con esa batería tipo Motown y con un fabuloso sonido, era como si Marvin Gaye encontrase a The Four Tops. Mi vida cambió a partir de ese momento, ya estaba metido en el Northern Soul>>.
J.j barnes
Please let me in
Pero el verdadero “hitazo” fue descubierto por nuestro protagonista, unos años más tarde, en una emisora de Miami; tras una alocada búsqueda, encontró la copia que estrenó en el Highland en 1973, el trepidante, ‘It really hurts me girl’, de los fantásticos, The Carstairs. A partir de esa pinchada, ya nada fue igual…
The carstairs
it really hurts my girl
Ahora sí que es buen momento para entender la rivalidad en el Mecca y el Casino que os comentaba al principio.
En 1973, a no muchos kilómetros de Blackpool, se abre el Wigan Casino que, desde un principio pone como credencial sus all-nighters de los sábados que, al tener permiso para estar abierto toda la noche, licencia que no tenía el club de Blackpool —sólo podía abrir las horas normales de licencia de club—, lo sitúan con bastante ventaja sobre éste. Es más, muchos de los asistentes al Highland se dirigían al Wigan cuando cerraba y remataban allí la larga noche de Soul, sudor y anfetas. Para intentar contrarrestar, se organizaban sesiones all-day que comenzaban al mediodía y terminaban a medianoche, pero claro está, esto no atraía igual que estar bailando hasta al amanecer. De todas maneras, más que una contrariedad entre los dos venues, era en cierta manera, una forma de complementar y contentar, tanto a los que se iban a casa pronto, como a los que no tenían fin y ponían rumbo a Wigan.
James Fountain
seven day lover
El acercamiento peligroso al Funk de Levine, frente al arraigo al R&B más sesentero de Casino, fue también motivo de controversia y muchos soulies pensaban que el Mecca se había agotado, mientras que los die-hard fans de Curtis e Ian se dirigían a los habituales del Wigan como “dinosaurios del Soul” anclados en el pasado.
chuck jones
boo on you
La forma de vestir también diferenciaba a las dos aficiones; por un lado, el estilo clásico Northern de pantalón pata de elefante con zapato Solatio de la zona costera; por el otro, la ropa deportiva, los zapatos boleros o de medio tacón y las camisetas de tirantes de los sudorosos bailarines del Wigan. Y, por supuesto, en estos últimos, la bolsa de deporte con la muda, el talco para las suelas que permitía deslizarse mejor sobre la pista y abundantes paquetes de chicle para disimular el nerviosismo en la mandíbula por efecto de las “pirulas”.
Fueron pasando los años y la música que imperaba en su pista, se alejaba más en cada sesión de aquel fabuloso “Noden” que marcaba la diferencia a finales de los 60. Sinceramente, el día que Levine pinchó el tema de los Carstairs —recordad, 1973—, todo ese espíritu murió. La música era cada vez más bailable y daría lugar a finales de la década a la defenestrada, sobre todo por parte de la parroquia norteña, música disco o disco music.
Ian emigró a Londres para poder programar la música que le apasionaba en esos años —prácticamente había renegado ya de los sonidos norteños—; comenzó a pinchar en la disco gay, Heaven, convirtiéndose en DJ residente principal durante casi todos los 80. En esa década, el Blackpool cerró definitivamente sus puertas hasta su demolición en 2009.
Si queréis sentir esa maravillosa década en vuestros sentidos podéis echar mano de alguna de estas recopilaciones que trasmiten perfectamente todo lo vivido en el Mecca:
*THE BLACKPOOL MECCA STORY. A tribute album featuring 22 70’s Soul Classics.
*THE NORTHERN SOUL HISTORY, Vol. 3: Blackpool Mecca.
*BLACKPOOL MECA Central Drive, Blackpool 1971-1979
Keep the Faith…Keep the Soul Alive!!!
ZepiSoul Bonham


Dawitt – Pollution
Time To Roots Records – XTRA SERIES –
DAWITT – POLLUTION
Pollution(Dubplate Cut) Es una canción poderosa que queríamos mostrarles.
Auténtico sonido de Roots Reggae realizado originalmente por el músico y cantante santanderino: David “Dawitt” Tarrio.
Esta es una versión diferente de la canción original Pollution Crimes (Manyatta Records 10″).
El artista volvió a expresarlo para Time To Roots Records, dando un sabor diferente,
usando diferentes habilidades en el nuevo riddim creado por Dub Wizards.
Este nuevo EP: Pollution. Se completa con una impresionante versión Dub con fragmentos vocales.
Lanzamiento oficial en Bandcamp el viernes 1 de abril de 2022.
8 de abril Disponible en todas las plataformas de descarga digital.

Fruits Records New Releases


Fruits Records lanzan este viernes 1 de Abril, cuatro cortes en dos singles de un mismo Riddim llamado Cosmic Drop .
Los protagonistas de cada corte son: Lee Scratch Perry, The 18th Parallel, Vin Gordon y Yasus Afari. Las produciones de Fruits Records cuentan con la mezclas de Roberto Sánchez. Ambos singles, están disponibles en:
bandcamp de Fruit Records.


Lee scratch Perry, The 18th Parallel
Words from the Upsetter

Como una moto. La vida galopante de John de John Belushi
SINOPSIS
John Belushi murió a los treinta y tres años ejecutado por su volcánica exuberancia (y por una exuberante dosis de speedball) en un lujoso hotel de Sunset Boulevard. Esa muerte es el arranque de una indagación que conducirá a Bob Woodward, cobestia negra de Richard Nixon, hasta las aromáticas vísceras del show business norteamericano –donde convergen la televisión, el rock ’n’ roll y el séptimo arte–. Para relatar la portentosa vida del humorista y plasmar la estridente fanfarria que rodeó su ascensión y su tragedia, el infatigable reportero tuvo que manejar un heterogéneo aluvión de materiales (diarios, cartas, inventarios, facturas, diagnósticos, etc.) y, sobre todo, entrevistar extensamente a una caterva formada por 217 celebridades, fantasmas y medianías: la viuda del difunto, compañeros de armas y fatigas como Dan Aykroyd, actores y directores como Chevy Chase, Robin Williams, Carrie Fisher Steven Spielberg o Jack Nicholson, prohombres de la industria cinematográfica, policías, matones, traficantes, músicos, vividores y otros interesantes especímenes del submundo adherido a las candilejas.
Todos sabían que el bólido se dirigía al abismo, pero sus amigos fueron incapaces de detenerlo y sus satélites siguieron proporcionándole el combustible que lo mantenía en marcha (una marcha, por cierto, tan ruidosa como rentable): la «gran vida» de Nueva York o Hollywood tenía esos feroces inconvenientes.
Bob Woodward dibuja en este libro un meticuloso, conmovedor y en ocasiones despiadado retrato de una época y de un individuo que vivió demasiado y lo perdió todo a manos de su insaciable antojo.

GuitArt Duet Tribute To The Great Ernest Ranglin
Javier García guitarrista y líder de la banda The Oldians, invita a Javier Martín Boix a rendir homenaje al gran guitarrista jamaicano Ernest Ranglin, realizando el tema Big Bussines, composición original de Ernest Ranglin.
El resultado no puede ser mejor, ya que es pura magia lo que sale de las cuerdas de ambos guitarristas. Si duda un trabajo realizado con una gran pasión y personalidad, para rememorar al maestro de la guitarra Ernest Ranglin.
También, queremos destacar la versión dub que realiza en la cara B Santi Mijarra, envolviendo en una atmosféra muy especial al dúo de guitarras formado por Javier García y Javier Martín Boix.
Un trabajo espectacular en 7″, que edita el incombustible sello madrileño Liquidator Music y que esta disponible físicamente desde el pasado viernes 18 de Marzo.