El reggae ha sido uno de los ritmos más influyentes por años y las creaciones desarrolladas en Jamaica entre las décadas de los 60s y los 80s han influenciado casi toda la música actual y, además, lo hicieron sin una ley de derechos de autor.
Como bien sabemos, Jamaica fue una colonia inglesa desde 1655 o 1670 (no hay certeza) hasta 1962, fecha de su independencia. En teoría, la ley británica de derechos de autor también regía en la isla. Pero en la práctica, no se desarrolló ningún ente que velara por el copyright en la música hasta 1990.
Esto le abrió las puertas a diferentes expresiones que sin saberlo estaban sentando las bases de la música como la conocemos hoy en día. Expresiones tales como el “toasting” (antecedente directo del rap que consiste en rapear sobre una versión instrumental) el “dub” (subgénero basado en la mezcla de canciones, cortando algunas partes y agregando efectos de sonido, principio que se vio aplicado luego en la música electrónica) “versioning” (una reinterpretación de una canción existente) o el uso de “riddims” (la parte rítmica de una canción, que pueden ser reutilizadas hasta el infinito por distintos intérpretes).
¿La música Jamaicana podría haber alcanzado tanta diversidad si se hubiera aplicado el Copyright? Quién mejor para respondernos que el mismísimo Lloyd Bradley, autor del libro “Bass Culture, la historia del reggae”:
“Las facetas que hicieron única a la música jamaicana entre los 60 y los 80, y que tuvo gran influencia en otros tipos de música, fue el resultado directo de la falta de leyes de derecho de autor, en tanto la propiedad de una pieza musical era de quienquiera que poseyera esa grabación en particular. Cuando un productor escuchaba una canción que le gustaba, era libre de grabarla (muchas veces con los mismos músicos) y embellecerla como quisiera. De ahí las muchas versiones de la misma melodía o ritmo”.
Lloyd resalta que el rol del particular panorama de la música jamaicana fue de suma importancia, pues las grabaciones no eran para el hogar ni para las radios, sino para su selección en los “sound systems” el cual fue uno de los primeros pilares de la música afro caribeña.
“La competencia era intensa entre los operadores de los sound systems (que también eran los productores de los discos). Y si uno tenía una canción que “le pertenecía” y el público la trataba de esa forma, era un gran golpe que un rival lanzara una versión de tu tema especial. Lo que probablemente llevaba a que el productor original lanzara una nueva versión, todavía más espectacular y así sucesivamente”.
De ese modo, la intensa competencia entre los sound systems o como mejor se le suele llamar los “soundclash” y sumado a la falta de leyes de derechos de autor permitió que la música jamaicana se expandiera tanto del modo en que lo hizo.
Así como los ejemplos anteriores hay un montón, nos tardaría toda una vida conocer en todo su esplendor las miles de canciones que produjo Jamaica en todos estos años gracias a la maravillosa ausencia de leyes para la propiedad intelectual. Sin duda la música jamaicana cuenta con una enorme variedad cultural y musical la cual permitió un sin fin de expresiones que no dejan de sorprendernos cada que descubrimos esos oldies raros que nos ponen a bailar y a gozar.
Afortunadamente para los artistas se pudo implementar el copyright lo cual permitió que cada artista obtuviese lo que le correspondía, un ejemplo de ello es la misma Sister Nancy que después de 30 años pudo reclamar los derechos de su clásico “Bam Bam” el cual es una de las pistas más sampleadas en el mundo.
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