Hace unas semanas dediqué la primera tarde de domingo invernal a imbuirme de lleno en una lectura que queremos tomar como un excelso ejemplo de las cualidades que aporta el cómic a nuestro ocio. Si sois asiduas a visitar nuestras entradas anteriores en la web de Ovejas Negrax, ya sabéis cuánto amor profesamos a leer viñetas. Que el tebeo es una herramienta pedagógica inestimable para aprender es una consigna que nunca nos cansaremos de predicar. Pero volvamos a la senda y no nos salgamos del tiesto. Nuestra recomendación de hoy se titula El Pequeño Libro de la Black Music de Bourhis y Brüno publicado por la editorial Norma Cómics, y aseveramos rotundamente que es la biblia que cualquier amante de los ritmos negros debería tener en su estantería. Si queréis saber por qué, vamos a daros algunos motivos.
Para empezar, Hervé Bourhis es un melómano empedernido. Su amor por la música ya quedó patente en otras obras anteriores como El Pequeño Gran Libro de los Beatles (Norma Editorial, 2012) o El Pequeño Gran Libro del Rock (Norma Editorial, 2014). Su trayectoria como escritor e ilustrador también ha sido reconocida con premios tan importantes en el cómic como el René Goscinny, además de haber publicado artículos sobre el mundo de la música. Está secundado admirablemente a los lápices por Brüno – pseudónimo de Bruno Thielleux –, un dibujante habitual de la BD al que seguir la pista si os gustan los cómics de temática Noir al más puro estilo Tarantino.
En segundo lugar, nos ha encantado el formato del tomo, que recuerda a un disco de vinilo y cuenta con 176 páginas con la doble estructura de bocadillo clásico repletas de sencillas y bellas lustraciones que rememoran el pop art, el movimiento plástico que tuvo su origen en la década de 1950 entre Gran Bretaña y Estados Unidos, contando a su vez con las consabidas pistas musicales que nunca te cansarás de escuchar, ya que en cada entrada secuenciada por años, además de destacar un disco, podemos deambular por la historia de la comunidad racial y cultural afroamericana así como por la historia americana en términos sociales, políticos, históricos, deportivos y melódicos con pequeñas notas en ambas caras.
También encontramos insólitas anécdotas como el concierto que Salomon Burke dio ante un grupo de miembros del Ku Kux Klan en el año 62 o el 63 en Mississippi, el capricho que los Jackson 5 tuvieron al encargar a Darryl McCray –aka Cornbread–, que pintara su jet privado o como Kool Herc sembró la semilla jamaicana de los Sound Systems en las primeras block parties del Bronx, sin olvidar las raíces del jazz, el género que nació como la primera gran demostración del talento de las personas esclavas de origen africano residentes en zonas sureñas de Estados Unidos, que tenían por costumbre manifestar sus tradiciones tocando diferentes tipos de tambores y cantando.
Por último, aportamos un pequeño consejo: haceos con una libreta o unos cuantos tacos de pósits al abrir este ejemplar para señalar nombres, álbumes, canciones e incluso videoclips para descubrir, recordar o enamoraos, ya que como cita Antoin Dvorák en el prólogo, “en las melodías negras, descubrí una gran y noble escuela de música”. El contexto y la evolución musical del relato inacabado del pueblo negro es una puerta de entrada apasionante por la que, si decides entrar, no pasarás de puntillas. Las raíces de esta música son profundas y atrapan de por vida.