La chispa artística añadida a la diversión desmandada y los excesos estaban a la orden del día en un barrio de la ciudad de Los Ángeles llamado Hollywood en 1980. Un verdadero acólito de la música negra llamado Dan Aykroyd inculcaba su amor por dichos ritmos a su amigo del alma, John Belushi, un cómico de televisión a quien interpretar temas clásicos de Blues y Soul le venía como anillo al dedo por su carácter entusiasta y apasionado. Dos años antes, ambos compañeros habían grabado un primer disco titulado Briefcase Full of Blues en el Universal Amphitheatre de los Ángeles como teloneros de otro cómico, Steve Martin, contando para dicho evento con una banda de música que tenía entre sus filas a Paul Shaffer en el órgano Hammond, Steve Cropper y Matt Murphy en las guitarras, Donald Dunn al bajo y Steve Jordan a la batería, además de una sección de vientos de acompañamiento casi perfecta. Un auténtico ejército de músicos de calidad suprema. Pero antes de llegar a este acontecimiento del pasado, debemos retroceder unos cuantos años en el tiempo.
El auténtico protagonista de este artículo se llamaba John Adam Belushi y nació en Chicago en 1949 en el seno de una familia albanesa. Desde crío disfrutaba escribiendo y realizando pequeños números cómicos para su familia y compañeros de clase. Gracias a su talento como futbolista, batería e imitador fue uno de esos alumnos estimados por todos durante sus años de instituto. Conocedor de su principal talento, siempre tuvo bien claro qué quería hacer en el futuro: dedicarse a la actuación y la comedia interpretando a personajes totalmente disparatados. Saturday Nigh Live, el programa cómico televisivo por excelencia en Estados Unidos desde 1975, fue su trampolín al estrellato. Sus célebres actuaciones como Henry Kissinger, Joe Cocker o el Samurai Futaba le lanzaron a la fama rápidamente. Su actitud descarada ante las cámaras interpretando multitud de parodias le llevaron incluso a desbancar a la primera estrella del programa, Chevy Chase. Pero si tenemos que destacar un momento legendario del programa, sería, sin duda, la creación del dúo The Blues Brothers. Dan y John se dedicaban a animar a la audiencia bailando y cantando durante los descansos del programa, recibiendo una respuesta tan grande por parte del público que asistía a cada grabación, que no tardaron en debutar en antena, dando así lugar al dúo cómico musical más famoso de todos los tiempos. Sobre el escenario y ataviados con trajes negros vintage, corbatas estrechas, sombreros de fieltro y gafas de sol, interpretaban un repertorio de clásicos del R&B y el Soul con sus características personalidades llenas de energía. Dan y John jamás pensaron que nada fuera a ir en serio al crear a Jake y Elwood Blues. Cada programa semanal de televisión era el que alimentaba más y más el crecimiento de la banda. Así llegamos al origen del álbum anteriormente mencionado y a la grabación de una mítica cinta titulada The Blues Brothers dirigida por John Landis en 1980. Fue también en este momento cuando la vida de Belushi iba a mil por hora. Fiestas constantes, malas compañías y peores decisiones acompañaban a diario al blues brother, por lo que el final trágico no tardaría en llegar. Belushi fue la primera víctima conocida por sobredosis de Hollywood. Un pinchazo se llevó al cómico con tan solo 33 años, vistiendo de luto y estupefacción a sus compañeros, familiares y medio mundo.
El documental Belushi fue estrenado en el Festival Internacional de Cine de Chicago el 14 de octubre. Es un trabajo sincero, tierno, exquisito y veraz sin tapujos. Ningún participante oculta nada en la narración, resultando muy gratificante que la forma en la que R.J. Cutler ha elegido para dejar constancia a lo largo de los 108 minutos de metraje sea la de un retrato íntimo del cómico. Sin renunciar a las debilidades del personaje, el director logra que los espectadores nos alejemos del amarillismo de su vida para adentramos y centrarnos en el terreno de su humanización usando cintas de audio desconocidas y grabadas después de su muerte y preciosas secuencias de animación creadas por Robert Valli, además de fotografías o clips de vídeo con sus primeras imitaciones. Belushi es un disfrute muy recomendable para los amantes de la comedia y los sonidos negros, así como para pasar un rato ameno conociendo el legado de un cómico con un talento extraordinario. Ya lo anuncia el propio lema del documental: “Everyone Loved Him. Few Knew Him”.