La magia de aquellos primeros años de adolescencia —principios de los años 80—, en los que el afán por descubrir, sobre todo, musicalmente hablando, era el día a día de mi generación, por supuesto, nunca se me olvidarán. Ahora, bueno, hace ya bastantes años, tenemos a nuestra disposición y antojo, toda la información que queramos asimilar e incluso más si cabe, pero en aquellos días…todo se basaba en la radio y emisoras casi clandestinas o también llamadas, libres —Radio Kadena del Wc, Radio Hortaleza o Radio Carcoma—, el boca a boca con los colegas, algún esporádico concierto, las cintas de casete que intercambiábamos y que luego escuchábamos por las calles del barrio, los míticos boletines de discos del Discoplay, los domingos en el Rastro buscando singles, LP’s —sí, por entonces, todavía no se llamaban “vinilos”— o pósters, y claro está, las tardes de los sábados en el para muchos de nosotros, templo del descubrimiento, el legendario, Covacha, el cine Covadonga de López de Hoyos.
Allí, por un módico precio que, la verdad, no recuerdo, pasábamos casi toda la tarde visionando películas que de otra manera, eran inalcanzables para la inmensa mayoría de nosotros; además, podías beberte dentro del cine tus “litronas” tranquilamente e incluso —aunque pueda parecer mentira en estos tiempos— hacer pequeñas hogueras en la palma de tu mano calentando ese “trocito marrón” que tú y yo sabemos. En fin, aquello era el puto paraíso para un chaval de 15 o 16 años, de barrio humilde y cuyo máxima “aspiración” era empaparse de todo aquello que significase música, bueno, de Rock & Roll, los demás estilos vendrían más adelante.
Eran frecuentes las sesiones temáticas de, normalmente, tres películas, a las que seguía un concierto de algún grupo de la zona —los Cráneo eran bastante asiduos al escenario del Covacha en aquellos días—; por decirlo de otra manera, entrabas de día, salías de noche.
Memorables fueron las sesiones dedicadas a The Who, con la proyección de Quadrophenia, The Kids are Alright y McVicar, rodeados de Mods en lo que supuso mi primer contacto con el ambiente Modernista de Madrid; los sábados dedicados a los Monty Pithon, Cheech y Chong, Bruce Lee; el día que me “enamoré” perdidamente de mis queridos, Led Zeppelin, y su pseudo film, The Song Remains the Same. (Por cierto, si alguien no lo sabe, a partir de ese momento, mi apodo, que ya me persiguió de de por vida, se convirtió en Zepi).
The Rocky Horror Picture Show, The Rose, Gimme Shelter, American Graffitti, Saturday Night Fever, Tommy y sí, por fin, y me dejo ya de tanta chapa juvenil, la protagonista de hoy, The Harder they Come, también llamada por estos contornos, Caiga quien Caiga; fue mi primera inmersión en el fastuoso mundo del Reggae y que abandoné poco después aunque hace relativamente muy poco he vuelto para nadar entre sus aguas, pero esa, hermanos y hermanas, es otra historia…
Ahora la que interesa es la de Ivanhoe Martin, Ivan, un jamaicano pobre y totalmente asocial que deja su pueblo en una búsqueda desesperada de trabajo que le lleva a la capital de la isla, Kingston. Un vendedor ambulante, al que confía todas sus pertenencias, le engaña y le deja sólo con la ropa que lleva puesta; desesperado, comienza a buscarse la vida con ínfimos trabajos que no hacen sino endurecer más si cabe su carácter.
Consigue entrar en el círculo de un predicador cristiano que le busca un trabajo de baja categoría que le permite, por lo menos, sobrevivir. En ese entorno conoce a Elsa, una joven de la iglesia con la que ensaya canciones que ha ido escribiendo y de la que se enamora perdidamente; pero esto no le gusta nada al pastor que lo expulsa por ello y por usar como local de ensayo el sitio de predicación.
Convertido ya en un rude boy, consigue captar la atención de un productor local con uno de sus temas, llamado…”The Harder they Come”. Éste sólo le paga la cuota estándar de 20 dolores, suficiente en ese momento para Ivan, que además sueña con el estrellato; esa subida a la fama, no llega y nuestro hombre vuelve a visitar la oscuridad de las calles jamaicanas, esta vez, vendiendo marihuana que transporta en moto del campo a la ciudad.
Jimmy Cliff
The Harder They Come
Es traicionado por uno de sus colegas que lo manda directamente a un tiroteo con la policía, del que sale ileso, pero uno de los agentes muere, con lo que Ivan tiene que huir y refugiarse en el campo, convirtiéndose de esta manera en un fugitivo rebelde que comienza a ser conocido en la ciudad. El productor ve dinero en su bolsillo con ello y lanza la canción que grabó con él y que se convierte en un éxito.
Pero bueno, creo que ya os he contado demasiado sobre la trama, ahora os toca a vosotros su visionado y disfrute si no lo habéis hecho todavía o también volver a revisarla, nunca está de más gozar de su metraje…
Dirigida por Perry Henzell en 1972, y protagonizada por un Jimmy Cliff, totalmente mimetizado con su personaje, tuvo una gran importancia en la difusión de la estética rasta, la música roots —subgénero del reggae desarrollado en Jamaica a partir del ska y el rocksteady. Es inherente al movimiento rastafari, creando un tipo de música espiritual, en el que en las letras predominan las alabanzas a Jah, la espiritualidad rasta, el orgullo negro y la protesta contra la opresión—, en definitiva, del reggae en todo el mundo; además te transportaba con todo lujo de detalles al corazón de Jamaica y nos enseñaba como vivía la gente en la isla en esa época. El film tocaba la política, la economía, la religión, el trasfondo social con la miseria de los ghettos de la sociedad jamaicana.
Toots and The Maytals
Sweet And Dandy
“Fue The Harder They Come lo que abrió el mercado internacional , ya que hasta entonces no creo que la música roots pudiera tener mucho sentido para mucha gente fuera de Jamaica. Porque era sincera, te decía cómo era la vida en Jamaica”. Jimmy Cliff.
También ofrecía un retrato del panorama de los estudios de grabación de Kingston, los artistas, los productores y de la explotación de la industria musical propia del momento.
Se me olvidaba un aspecto importante: el metraje está inspirado en la vida de Rhygin, un criminal jamaicano que existió en la vida real y alcanzó la fama como delincuente barriobajero en los años 40, convirtiéndose en una suerte de héroe local y que, quizás, fue la antesala del fenómeno rude boy. Este fue uno de los motivos por los que la película causó sensación en la isla caribeña, unido a la representación natural de los jamaicanos negros en entornos naturales bien reconocidos por sus habitantes.
Y otro olvido, perdón!!!: hay dos versiones de la película, una con subtítulos y otra sin ellos -esta es la que tengo yo-, cada una con un final distinto que, no os preocupéis, no os voy a contar…
Jimmy Cliff
You Can Get It If You Really Want
Otro aspecto a resaltar es el de su enciclopédica e imprescindible banda sonora: ‘You Can Get it If You Really Want’, ‘Sittin’ in Limbo’, la ensoñadora, ‘Many Rivers to Cross’, por supuesto, ‘The Harder they Come’, todas ellas de Jimmy Cliff; los maravillosos Toots & The Maytals con las inmortales, ‘Sweet and Dandy’ y ‘Pressure Drop’, ‘Johnny too Bad’ de Slickers, el popular, ‘Rivers of Babylon’ de Melodians y unas cuantas joyas más; en fin, uno de esos discos a los que recurro bastante a menudo para transportarme a otra época, a otra dimensión y que, por supuestísimo, recomiendo que tengáis en vuestra discoteca.
The Slickers
Johnny Too Bad
The Melodians
Rivers Of Babylon
“La parte sobre la industria musical también era muy auténtica, porque muestra la situación de la música en Jamaica, al menos la de entonces. Era un papel que habla sobre mi vida o las vidas de tantos chavales en Kingston que querían meterse en el mundo de la música”, Cliff, dixit.
Es bastante frecuente que se elija el álbum, Catch a Fire de Bob Markey & The Wailers, como el momento cumbre para la entrada del género caribeño en el gran mercado internacional, para mí, como podéis imaginar, es otro…
Y esto es todo amig@s!!! Espero que os haya traído algún recuerdo de juventud -como es mi caso- o de otro índole, y si os ha picado la curiosidad y os adentráis en su contenido, seguro que no saldréis defraudados, palabra de fan.