Una de mis virtudes o uno de mis defectos, según se mire, es mi alta dosis de sensibilidad: se me puede poner la piel de pollo viendo imágenes de maltrato animal —bueno, en realidad, cualquier tipo de abuso—; la lágrima me cae con determinadas escenas de alguna película o serie; y puedo llorar a lágrima viva al escuchar una canción. Un ejemplo claro de ello, es, “The Dark End of the Street”, del incomensurable, James Carr, escrita por dos leyendas, Chips Moman y Dan Penn.
En el verano de 1966, Moman y Penn, se encontraban en una convención musical en Memphis; durante uno de los descansos de las partidas de póker con que ocupaban los ratos de ocio, decidieron escribir la mejor canción para, según ellos, “hacer trampas”. Le pidieron permiso a Quinton Claunch —del que os hablaré más adelante—, para encerrarse en su habitación para componer el tema.
Claunch les dijo: “Chicos pueden usar mi habitación con una condición, que es que me den esa canción para James Carr. Dijeron que tenía un trato y cumplieron su palabra”.
The Dark End of the Street se escribió en unos treinta minutos.
James Carr
The Dark End of the Street
De entre todas las adaptaciones de este legendario tema a cargo de Prince Buster, The Flying Burrito Brothers, Aretha Franklin, Percy Sledge, Lee Moses , el grandísimo, Clarence Carter, Joe Tex o Roy Hamilton, sin desmerecer en absoluto a todas ellas y otras que me dejo en la recámara, la que rompe el corazón, la que me deja seco el lagrimal es la original, la del protagonista de hoy, James Carr.
Una curiosidad sobre ella. La canción de Van Morrison, “Dark Side of the Road”, lanzada en 1967, incluye la letra “desde el lado oscuro de la calle hasta el lado brillante de la calle”, estrofa seguramente influenciada por el tema de Moman y Penn.
Gracias a su fabulosa capacidad para insuflar emoción y “alma” en cada segundo de sus canciones, pudo haber sido el sucesor natural de Otis Redding, pero su borrascosa vida y su enfermedad mental, lamentablemente nos privaron de ello. Ya sabéis que soy dado a adelantar acontecimientos así que, paro, y comienzo la historia…
Nacido en Coahoma, Mississippi, en junio de 1942. Debido a las labores como ministro baptista de su padre, la familia emigra a Memphis, Tennessee, donde con nueve años empieza a forjar su garganta en los coros góspel de la iglesia. Su siguiente paso, unos años más tarde, le lleva a formar parte de los grupos, Sunset Travellers y Harmony Echoes. Ya con un estilo que, poco a poco, va forjando, sigue las indicaciones del manager de los “Echoes” e inicia su carrera en solitario.
Tras ser rechazado por la compañía por excelencia de la ciudad, Stax Records, ficha por otro sello de Memphis, Goldwax, propiedad del futuro cofundador de Hi Records y guitarrista blanco de Country, Quinton Claunch. Nos situamos a finales de 1964. Su primer single para el sello es el ardiente ejercicio, supurando sudoroso blues por cada segundo de su duración, ‘You Don`t Want Me’.
james Carr
You Don’t Want Me
Graba varios sencillos para la discográfica que culminan con su primer éxito, ese delicia llamada, ‘You Got my Mind Messed Up’, nombre también de su primer álbum, puro Deep Soul, lanzada en 1966, y que le valió para ser comparado con nuestro querido y siempre añorado, Otis. Y, por supuesto, abriendo del disco, ‘Pouring Water on a Drowning Man’, totémico e incendiario góspel soul con una linde en el country.
James Carr
You got my mind Messed Up
james Carr
Pouring Water on A Drowning Man
Poco después, vio la luz, el mayor triunfo de su carrera, el dramático y arrebatador, “El final oscuro de la calle”, al que me refería al principio del artículo y al que no quiero recurrir, para no ponerme a llorar de nuevo…es broma, no es momento de llanto aun así os enlazo con la desgarradora cover que hizo Andrew Strong para la película —por cierto, de obligado visionado y de la que seguramente os cuente en breves algo de ella, The Commitments, dirigida por Alan Parker en 1991—.
The Commitments
Dark End of the Street
La canción fue descrita por un crítico como “una historia de amor furtivo tan desprovista de esperanza, que podría enviar al oyente más optimista en busca de una navaja de afeitar”. Nuestro artista también tenía las cosas claras: “canto canciones que realmente sucedieron, así que se podría decir que estoy contando una historia”. Y menuda historia…
A pesar del éxito de estos años, Carr se ve incapaz de mantener el ritmo de grabaciones y de apariciones en vivo, que le impone su discográfica, a causa de su enfermedad mental, hecho que marcará de manera trágica toda su vida y que le impide en ese momento, alcanzar cotas de popularidad de artistas contemporáneos como Redding o Solomon Burke. En el libro de obligada adquisición para todo fan “soulero” que se precie, Soul Music A-Z, Hugh Gregory, escribe:
“si no fuera por la extrema gravedad de su condición psicológica, se habría convertido en uno de los grandes cantantes de Soul, tal era la fuerza y el rango de su voz”
a mí me lo vas a contar a estas alturas…
A mediados de 1967, algo hace clic en su cabeza, y Carr, de carácter muy frágil y melancólico, se va haciendo día a día más dependiente de ansiolíticos y antidepresivos, saliendo y entrando de hospitales de todos los estados por los que viaja y termina, tristemente y ya diagnosticado como trastorno bipolar, con su carrera que, poco a poco, se va dilapidando.
Pese a este hecho, consigue grabar un segundo álbum al año siguiente, el definitivo, A Man Needs a Woman.
En su enciclopédico contenido —pilar indiscutible de mi discoteca—, joyas que pertenecen a la Historia del Soul del calibre de ‘A Man Needs a Woman’, Stronger tan Love’, ‘More Love’, la irresistible y adoptada por la comunidad norteña, ‘You Didn’t Know it but Know it but You Had Me’, I’m a Fool for You’, en fin, uno de esos álbumes de los que no te puedes despegar en toda tu vida.
James carr
You Didn’t Know It but You Had Me
Todo este período de incertidumbre y oscuridad llega al límite en 1969: durante la grabación de lo que iba a ser su tercer trabajo, en los legendarios estudios Fame de Muscle Shoals, Alabama, se queda en blanco tras grabar un solo tema de los propuestos, la adaptación de ‘To Love Somebody’ de los siempre reivindicables, Bee Gees. Y vaya monumento de versión, elevándola, con su ya estilo conmovedor capaz de romperte el corazón, a los anales de la música contemporánea. Por cierto, no consigo imaginar la dimensión de todo el trabajo que pensaba grabar si no se hubiera acentuado su enfermedad, en fin…
James Carr
To Love Somebody
Poco después del lanzamiento de la canción, Carr, va directamente a la deriva; ante las continuas presiones discográficas, con expectativas que distan mucho de las reales, y el añadido también de la opresión de sus fans, le llevan a una realidad paralela, en la que las drogas llevan el peso para evitar los ataques de estrés y le sitúan en el estudio, sentado, con la mirada al vacío durante horas. Y el punto final, la bancarrota de GoldWax que le sume en una depresión de la que ya no saldrá, prácticamente, jamás.
La dependencia cada vez mayor de los fármacos le impide cualquier forma de creación musical por lo que vuelve, con su enfermedad ya totalmente asentada en su mente, a su Tennessee natal para refugiarse en su familia.
Pese a esto, consigue fichar por Atlantic Records, pero sólo es capaz de grabar un tema en los estudios Malaco de Jackson, Mississippi, el bello y enternecedor, ‘Hold On’, lanzado en 1971.
James Carr
Hold On (To What We’ve Got)
1977. Muere Elvis Presley, es el año de la eclosión del Punk, con la publicación de Never Mind the Bollocks de los inefables, Sex Pistols, y el primer álbum de The Clash, se lanzan también discos esenciales como Let There Be Rock de AC/DC, Bad Reputation —una de las obras cumbres de Thin Lizzy— o Rocket to Rusia de los Ramones…reaparece un Soul Man llamado, James Carr.
Nuestro hombre vuelve a grabar, en esta ocasión, para el pequeño sello discográfico, River City, el resultado es el single, ‘Let Me Be Right’, una verdadera maravilla de Southern Soul adaptado a los tiempos y al mismo tiempo adoptada por los clubes del norte de Inglaterra.
James Carr
Let me be right
1979, en uno sus conciertos de una gira por Japón —prácticamente costeada por sus ácolitos nipones—, se queda inmóvil e hipnotizado frente al micrófono, víctima de una sobredosis de antidepresivos; pese a ello, acaba la gira japonesa. A su vuelta a Memphis tiene que ser internado en varias instituciones psiquiátricas que lo apartan, una vez más, de la escena musical. Importante, en esa época era considerado “el mejor cantante de soul del mundo”.
La publicación en 1987 del recopilatorio, At the Dark End of the Street, por el sello, BlueSide/ Upside Records, le sitúa de nuevo en la actualidad; una de los slogans de promoción nos dice:
“una escucha de At the Dark End of the Street convencerá a los fans del soul y del blues de que James Carr debe contarse entre los mejores. Imagínese un cruce entre Otis Redding, Percy Sledge y cualquier cantante de góspel, y comenzarás a tener una idea del poder de sus interpretaciones”.
Sinceramente, yo no lo hubiera explicado mejor.
Esta repentina “popularidad” y una mejora en su estado mental dan como resultado que, en 1991, el expresidente de Goldwax, Quinton Claunch, le proponga relanzar su carrera. Gracias a este nuevo espíritu, nace el disco, Take Me to the Limit, un excelente trabajo que refleja, de manera rotunda, su prematuro envejecimiento y su capacidad, seguramente innata, de reflejar el sufrimiento de su vida y que vive en una garganta llena de alma y sentimiento. Lamentablemente, el álbum, no recibe el interés que merece y cae en el olvido —por favor, recuperadlo porque merece muchísimo la pena—.
Al siguiente año ocupa un lugar privilegiado en el festival italiano, Sweet Soul Music, celebrado en el norte del país; tres temas de su actuación formarán parte de una futura edición de un disco en directo dedicado al festival, publicado en el sello 103.
James Carr
live in Porretta “Lovable Girl”
Quinton Claunch funda en 1993 un nuevo sello discográfico, Soul Trax Records, con nuestro hombre en lugar destacado:
“me mantuve en contacto muy cercano con James Carr todos estos años. Tuvo algunos problemas hace unos años, pero está bajo control. Ha vuelto a ser James Carr”
Explicaba Claunch a la revista, Billboard.
1994 es la fecha en la que se publica el último trabajo de su carrera, Soul Survivor, toda una declaración de principios.
Chris Morris (Billboard):
“La voz abismal de Carr suena tan segura y vital como lo hizo en sus inolvidables sencillos de los años 60”.
Su fuerza e inmenso talento sobrevuelan todo el trabajo que, de nuevo, no alcanza todo el reconocimiento que se merece.
James Carr
Soul Survivor
Razor & Tie Music edita en 1995, otro recopilatorio esencial, aprovechando el que parece, va a ser el último regreso de Carr, The Essential James Carr; entre su contenido, todas esas canciones grabadas en la década de 1960 que forman parte de la historia del Soul y, en particular, de mi trayectoria vital. Aparte demuestran su atemporalidad y el por qué tantos artistas han hecho adaptaciones de su indispensable legado.
A mediados de la década de 1990 se le diagnostica un cáncer de pulmón. El 7 de enero de 2001, muere en una residencia de ancianos de su querido Memphis a la edad de 58 años, su estado era de una decrepitud insultante.
Uno tantos caminos trágicos de esa música que amamos y llamamos, Soul.