Existen abundantes obras en la literatura sobre la figura de Pepe Buenaventura Durruti, una de las grandes referencias del movimiento libertario hispano y prototipo del revolucionario anarquista. Sin embargo, las hazañas de este personaje nunca antes habían tenido la oportunidad de ser plasmadas mediante el uso de bocadillos. Que los responsables de llevar a cabo tan meritoria tarea sean Juanarete – pseudónimo de Juan Pérez – al guion, el reconocido dibujante Carlos Azagra y Encarna Revuelta aportando el color, dicen muchísimo acerca de la lectura que hoy os queremos proponer coincidiendo con el aniversario del fallecimiento de Buenaventura.
Imaginamos que la labor de los progenitores de la obra debe haber sido ardua y bastante metódica. Hablamos de un cómic cuyo tratamiento histórico refleja en 160 páginas toda la vida de Durruti, incluyendo anécdotas, datos concretos, hechos y momentos muy significativos de su vida. La historia arranca en 1903 y finaliza en 1936, aunque mientras leemos, percibiremos algunos saltos temporales entre viñeta y viñeta, entendiendo así que los autores decidieron trazar la estructura de este volumen como la única manera posible en la que podían abarcar globalmente la vida del leonés. Quienes no hayan leído el tebeo, podrían pensar que la narración contada de este modo resulta incoherente. Nada más lejos de la realidad. Aseveramos que el ejercicio de síntesis realizado por los autores es magistral, sobre todo teniendo en cuenta que la fidelidad y la complejidad con la que se recogen los hechos acaecidos persiguen un fin didáctico. Ante todo, el objetivo es que, como lectores, descubramos durante su biografía el lado más humano de Pepe: un tipo grandote de 1,85 metros que pesaba 80 kilos, moreno, fuerte y cuya naturaleza era simpática, agradable y cantarina, pues amaba la música y tocaba la guitarra. Jamás sintió aprecio por el dinero, disfrutaba estando en los bares pidiendo un «pitillico» a algún camarada y limpiaba los cacharros o hacía las tareas de la casa haciéndole saber a sus compañeros que “si comprendéis que esas cosas son solo de mujeres, es que no habéis comprendido nada”. Además de este compendio de cualidades, queda patente que Durruti era una persona con un gran carisma y fue profundamente luchador y fiel a sus principios hasta el final, siendo así una de las figuras más emblemáticas del anarquismo.
El dibujo está hecho directamente a tinta y posee el trazo humorístico representativo de Azagra sin perder por ende la seriedad en la narración de los acontecimientos. El aporte de color por parte de Encarna va modificando sutilmente la paleta de tonalidades en función del momento histórico por el que discurre la narración, reforzando con ello el dramatismo de cada vivencia. El volumen está editado por GP Ediciones e incluye un interesante prólogo de Manel Aisa Pàmpol
Tanto si sois conocedoras de la historia de Buenaventura como si no, el tebeo en su conjunto merece ser leído por la gran historia que Juanarete, Azagra y Encarna han sido capaces de contar, pues es Historia con mayúsculas, y otra prueba más del cariz didáctico que aporta la lectura de tebeos. La dimensión del hombre como individuo más allá del mito ayuda a comprender mejor no solo un hilo de memoria, sino también los problemas que asolaron a la nación en el primer tercio del siglo XX sin juicios ni veredictos.