El equipo de asesores en materia de boxeo temÃa constantemente que su vÃnculo con Malcolm y la Nación echaran por tierra sus posibilidades de ganar. El luchador parecÃa estar hechizado. Cada vez que tenÃa ocasión, acudÃa a sentarse al lado de Malcolm para empaparse de su emotiva y (a menudo) violenta retórica. Cuanto más tiempo pasaba con el pastor, más empezaba a pensar en sà mismo como un ser divino, bendecido por el poder de Alá. Pero cuando aquel joven locuaz y extrovertido celebró eufóricamente su triunfo en el ring ante el fornido ex Campeón de los Pesos Completos, Sonny Liston, mucha gente no salÃa de su asombro. Pocos sabÃan aún que su nombre era Cassius Marcelus Clay y que venÃa de Lousville, Kentucky. Sam Cooke subió exultante al cuadrilátero para festejar la hazaña junto a su amigo, preguntándose a sà mismo si algún dÃa él también alcanzarÃa el éxito del mundo que habitaba sin adaptarse a las convenciones dominantes que Malcolm desafiaba. Jim Brown, desde la mesa de comentaristas, sonreÃa de oreja a oreja y se reunirÃa con todos ellos más tarde en el Hampton House Motel. HabÃa estado cubriendo el combate por radio en calidad de afamado jugador de la NFL. Era una noche histórica para solemnizar en la que todos habÃan estado allà apoyando a Clay. Era el 25 de febrero de 1964.
Lo que sucedió tras el combate no fue muy comentado en su tiempo, pero según las biografÃas de Ali y Sam Cooke, en aquella reunión todos comieron un poco de helado en la habitación para, posteriormente, empezar a hablar de temas más serios. Porque si cuatro leyendas del deporte, la música y la polÃtica pasan una noche en Miami después de que Ali destrozara al gran campeón de boxeo, la noche prometÃa ser muy reveladora. Y habÃa que contarlo.
One Night in Miami es el primer retoño fÃlmico como directora de Regina King. Su pelÃcula está basada en una obra de teatro escrita por Kemp Powers, quien también ha sido el encargado de adaptarla para la pantalla. Tal vez por eso, la cinta goza de tener un intenso aire de teatralidad en muchas de sus escenas. Nos ha gustado mucho que el trabajo que Regina lleva a cabo reconstruyendo la realidad de una época resulte igual de notable que cuando la cámara pasa tiempo compartiendo espacios pequeños entre cuatro personalidades tan abrumadoramente grandes. A lo largo de la cinta, como espectadores, también comprobamos que, tristemente, las conversaciones entre los protagonistas siguen siendo dolorosamente relevantes seis décadas después, aspecto que la directora recoge maravillosamente bien con abundante información que nunca deja de sonar como una charla natural entre amigos. Y es que la narración siempre termina redirigiéndose hacia las dinámicas entre los personajes, ya sea en dúos o entre los cuatro actores, quienes irán interactuando entre sà con potentes y magnÃficas interpretaciones.
Si no habéis disfrutado aún de esta cinta, os invitamos a verla y saborear una historia que nos agrada que haya sido contada, pues es un merecido tributo a cuatro grandes héroes que marcaron la lucha racial en los años 60 en Estados Unidos. No hay duda de que sus encrucijadas personales siguen sirviendo para crear consciencia sobre el movimiento de derechos civiles, las inquietudes culturales, la religión, cuestiones de raza y polÃtica en el siglo XXI.